Murió el genial Negro Fontanarrosa
El genial escritor y dibujante rosarino fue el creador de personajes como “Inodoro Pereyra” y “Boogie el aceitoso”. También escribió cuentos inolvidables como “El Mundo ha vivido equivocado”, “Palabras iniciales” y “19 de diciembre de 1971″, entre otros. TenÃa 62 años y sufrÃa en los últimos años de una enfermedad neurológica.
TodavÃa es difÃcil saber por cuál de todos sus enormes méritos se recordará a Roberto Fontanarrosa, que murió hoy en su Rosario a los 62 años. Algunos recordarán los chistes de la página 2 de ClarÃn, los de “Inodoro Pereyra” y “Boogie el aceitoso”, otros la extraña profundidad de algunos de sus cuentos y quizás alguno hable de su fanatismo por Rosario Central. Pero él ya habÃa dado una pista certera de cuál era su deseo para la posteridad. “A mà lo que me gusta -le contó alguna vez a un periodista- es que un tipo me diga que se cagó de risa con mi cuento. Con eso estoy bien”.
Muchos de sus cuentos -en los que el fútbol tuvo una presencia fundamental- seguramente quedarán en lo mejor de la historia de la literatura argentina. Por ejemplo “19 de diciembre de 1971″, sobre el dÃa de la victoria de Central sobre Newell’s en la semifinal de un recordado torneo Nacional, o “El ocho era Moacyr”, donde queda claro lo que pesa en un grupo de amigos el conocimiento sobre fútbol.
Entre sus textos de fútbol se destacan también las historias que publicaba ClarÃn sobre “La hermana Rosa”, una mentalista excéntrica de su creación y a la que hacÃa protagonizar diversas historias vinculadas a los eventos en los que jugaba la Selección Nacional.
Hombre que se fue perfeccionando con el tiempo, Fontanarrosa pasó de ser un escritor que fundamentalmente hacÃa reÃr a un creador que, con técnica pulida, podÃa tratar en clave de parodia al argentino presuntamente anti-sistema (”Medieval Times”), el funcionamiento de una familia (”TÃo Enrique”) o los viajes cientÃficos de Jacques Cousteau (”Viaje al paÃs de los Naninga”). Y que también se daba un espacio para bromear sobre el proceso de construcción de sus textos (”Palabras iniciales”).
Fontanarrosa escribió además tres novelas. La primera, “Best Seller”, tenÃa como protagonista a un mercenario con ese nombre que vivÃa extrañas aventuras y entraba en conflicto con una red internacional de traficantes de armas. En la segunda, “El área 18″, Seller participa de un partido de fútbol demencial que se juega, literalmente, en un volcán. Y la tercera es “La gansada”, otra historia excéntrica de una familia de alta sociedad.
Hace dos años y medio, el Negro se reveló también para el gran público como un brillante declarante, con su presentación en el Congreso Internacional de la Lengua en Rosario. Defendió a las “malas palabras” -presentes en buena parte de su obra- y pidió una amnistÃa para ellas, en una exposición de gran lucidez que generó risas en todos los que estuvieron ahà y los que pudieron verla por televisión.
Desde hace algunos años, una enfermedad neurológica degenerativa complicó severamente su motricidad, al punto que en los últimos meses le habÃa impedido totalmente la posibilidad de dibujar. Contó que lo llevaba “mal pero acostumbrado”, citando precisamente a su “hijo” Inodoro Pereyra. Lamentablemente, ninguno de los tratamientos que intentó para contrarrestar el avance de la enfermedad pudieron evitar su muerte hoy, por un paro cardÃaco.
Habrá que asumir entonces que se fue Roberto Fontanarrosa. Demasiado pronto para quienes lo pudimos disfrutar y a los que, sólo por hoy, el Negro nos trajo una tristeza enorme.